Periodistas en su salsa

Calculo que desde hace unos años a esta parte, el periodismo se ha limitado a reproducir el discurso oficial, a relevar la agenda oficial y, como si se tratase de una fatalidad musical, bailar el malambo al ritmo del bombo oficial.

uno
Es curioso como los intocables comienzan a presentar máculas evidentes. El país es testigo de la batalla entre el gobierno y el grupo Clarín. Hace dos años, en Teatro por la Memoria, yo denuncié la carencia de mea culpa en el periodismo. Hablé de Papel Prensa y señalé un par de datos históricos que en su momento nadie atendió pero que hoy salen a la luz potenciados desde los multimedios, y debatidos desde la TV Pública. Como la provincia de San Juan viene siempre unos 10 años atrasada, el debate y sinceramiento de los medios llegará con un poco de retrazo. Por ahora nadie se anima a cuestionar la acción conservadora y reaccionaria de la mayoría de los medios locales. Algún día alguien tendrá que explicar en San Juan cuál fue el papel de ciertos diarios y canales de televisión durante la dictadura militar. Se tendrá que hablar de tantos periodistas locales que recibieron con simpatía al gobierno de Videla. También se sabrá que muchos medios crecieron gracias a lo que no publicaron, a lo que callaron y no a lo abiertamente dijeron. Esa es una regla general del periodismo cómplice y extorsivo, tan practicado por estos pagos.

dos
Los diarios de estos días pueblan sus páginas con opiniones de periodistas que deben su permanencia en los grandes medios a la genuflexión, al zigzagueo intelectual y a la flacidéz en sus convicciones. Para el día del periodista, viene sucediendo un fenómeno curioso todos los años: entre sí se retroalimentan intercambiando opiniones entre periodistas de distintos medios que responden al feudo hegemónico. Vale decir: sólo trabajan para preservar privilegios, concentrar el poder y hacer que todo sea igual cada día. Acá se hace imperioso citar a Yupanqui: “Debe trazar bien su melga / quien se tenga por cantor, / porque sólo el impostor / se acomoda en toda huella. / Que elija una sola estrella / quien quiera ser sembrador”, (Atahualpa Yupanqui).

tres
Pero no todo es lo que parece. Muchos diarios digitales que se precian de libres y honestos, han sabido censurar notas de quien escribe y de otros periodistas, simplemente porque se tocaban intereses de amigos o porque no estaban de acuerdo con los contenidos de las notas. A veces los medios no son lo pregonan, sino que se convierten en una madeja de contradicciones que ni el más aclamado redentor podría desenredar.

cuatro
Calculo que desde hace unos años a esta parte, el periodismo se ha limitado a reproducir el discurso oficial, a relevar la agenda oficial y, como si se tratase de una fatalidad musical, bailar el malambo al ritmo del bombo oficial. No es necesario que se explique acá que muchos hemos decidido dar un paso al costado ante tamaña degradación. Son caterva los que cada día hacen de este oficio un alfombra roja sobre la que desfila el poder de turno.

cinco
Hoy más que nunca se hace necesario un debate franco en la prensa local. Transparentar. Que la gente sepa qué está leyendo, quién es realmente esa persona a la que escucha o ve por la tele. Hay que discutir quiénes están con el gobierno por convicción y quienes por la plata. Hay que ver cuántos periodistas que hoy pregonan la minería creen realmente en esa actividad y cuántos están comprados para ser propaladoras humanas de una empresa altamente contaminante y pirata. Ya no hay dudas: el 3% que nos dejan no nos sirve para revertir la pobreza ni para tonificar la economía local. Encima consumen demasiada agua dulce.

seis
Caminan por la calle paseando su santa hipocresía, engañándose a sí mismos y a quien quiera adularlos. Simulan una actitud digna en lo que respecta a su presumida decencia. Van a recitales, obras de teatro y exposiciones de pintura. Se muestran sensibles a las artes y permeables a la cultura. Náuseas herrumbradas del nuevo siglo. Hijos del consumo y el pragmatismo. Necios atolondrados, serviles a un Sistema que hace agua. Ofrecen conferencias aburridísimas. Orgullosos de ser útiles, brindan y comen de espaldas al pueblo que los enarbola y luego los tala. Sienten que la sociedad les dio un lugar. Y sí, en eso algo de razón llevan. La misma sociedad que los olvidará pronto, es la que hoy les ofrece un minúsculo sitio en el parnaso de los que nunca arriesgarán nada. Periodistas en su salsa, siempre es bueno aprender a huir del abominable paraíso en el que suelen pasar sus días.

Por Ernesto Simón
Publicado en www.titularesya.com
6/06/2010